jueves, 19 de mayo de 2016

Carta al Ser

Querido ser: 
Escribo esta carta porque un pajarito me dijo que tenía que compartir lo que  sé hasta ahora, así que me apuro porque en 15 segundos quizás cambie. 
Esta información que contiene esta carta pulula por todas partes, es una reiteración de lo que ya se nos revela a cada instante. Pero es necesario que lo repita en formato carta, para que sea leído en un espacio de confidencia e intimidad contigo mismo. 
Querido ser, cómo muchas veces guardamos objetos (un tornillo, un trapo, un pedacito de madera, un botón, etc) pensando que alguna vez lo vamos a usar, pues bien, esta carta puede ser ahora grabada en tu corazón como un kit de emergencia, porque este tipo de contenido se olvida con facilidad, sobretodo su práctica. 
Robin Williams ha interpretado los personajes más inspiradores como el profesor de la sociedad de los poetas muertos o  el doctor Patch Adams entre muchos otros, pero eran simples personajes, esos libretos no tenían nada que ver con el suyo propio.  Esto lo destaco no para juzgar la vida personal de este gran artista, sino para delatar que cada uno, más allá de los personajes que interprete, simplemente  ES.    Vos SOS 
¿Qué sosSos la presencia que sentís cuando respirás escuchás tu corazón.   
¿Y para qué te sirve semejante obviedad? 
Verás un cadáver que no haya sufrido amputaciones, tiene ojos, tiene nariz, boca, orejas, manos, piel, etc. Es un cuerpo completo pero no puede oír, sentir, oler, ver, hablar, caminar. Claro, obviamente porque está muerto.  Pero quizás te dés cuenta que no somos el cuerpo, somos eso que lo hacía hablar, andar, sentir.  Cuando esa presencia se retira, queda el cadáver. Y los que estuvieron en coma o unos segundos muertos, comentan que en su trance extracorpóreo podían ver, escuchar, viajar a otras partes para ver que estaban haciendo otros seres queridos no presentes en la habitación donde yacía su cuerpo y que también podían hablar con las personas que habían fallecido con anterioridad. Es decir, eran plenamente consciente del más allá y el más aquí (diciendo esto se abre posibilidades a la experiencia humana terrenal que no es ahora tema de esta correspondencia) 
Por tanto, el cuerpo sirve a los propósitos de la presencia. La presencia jamás se enferma. La presencia recibe mensajes a través de su cuerpo.   El cuerpo es un órgano de comunicación. Por eso se dice que la enfermedad es un mensajero. Pero ¿qué idea es esta? ¿Acaso no somos víctimas del destino, las circunstancias y los otros? 
Pues bien ese es un personaje: la víctima y actúa en  consecuencia. 
Los doctores y terapeutas solo tienen acceso a curar la sintomatología y así hasta que aparezca la próxima, si no atendiste a la CAUSA. 
¿Y quién cura la CAUSA? Pues eres tú mismo y es gratis. Toda sanación es autosanación. 
Cuando vivimos tensionados y nos olvidamos de relajarnos diariamente libre de tóxicos (sin alcohol, sin drogas, pastillas,  exceso en la comida,  o distracciones superfluas) y así rendidos al cansancio nos dormimos sin mayor preámbulo que el cepillado de dientes. 
El tema aquí es que tienes que enfocarte en esa PRESENCIA, la directora de tu ahora. 
¿Cómo se hace eso?  La sanación acontece en una relajación profunda, muchas sesiones de ella hasta que el síntoma que es el mensajero desaparezca porque el comunicado que venía a traer ya ha sido recibido, a veces es instantáneo como un dolor de cabeza, otras veces es mucho más complejo. 
Las situaciones traumáticas quedan registradas en nuestros sistemas u órganos. Por lo que para liberarnos de ella hay que relajar el cuerpo, tal como al relajar la mano, soltamos lo que estamos agarrando.  
En investigaciones hechas con células enfermas cuando se las ponía en un contexto sano, sanaban y viceversa. Por tanto, si conectamos nuestra biología con nuestra PRESENCIA que jamás se enferma va a propiciar el contexto sano que necesitan habitar las células enfermas. 
¿Cómo conectamos con esa PRESENCIA? 
Muchos son los caminos: con la risa, contar nuestra historia completa a alguien que solo escucha verdaderamente presente(sin estar pendiente de un whatsapp o pensando que va a hacer cuando termine de hablar)  y no juzga ni da recetas, con la meditación, la oración, la contemplación, el perdón, el agradecimiento. Todos estos caminos transitados espontáneamente sin valor comercial en total ambiente amoroso de entrega. 
Todos estos caminos conducen a una experiencia de relajación, de verdadero alivio. Cuando la relajación sucede libre de tóxicos es el escenario propicio para conectar con la PRESENCIA. 
Aquí va el ejercicio simple ya muy conocido pero si no se practica no funciona: 
Inhala, exhala, haz consciente desde los pies a cabeza (nótese que puedes relajar los músculos de la cara, el cuero cabelludo, la lengua, párpados)  recorre cada área de tu cuerpo interna y externa, luego siente el ritmo de tu corazón, mientras que lo que tu mente parlotea comienza a sentirse como un canto lejano de pájaros.  Cuando hayas hecho el recorrido de tu cuerpo conjuntamente con la respiración larga y profunda, hayas sintonizado el ritmo cardíaco, repite en silencio Yo soy la Presencia. Y entre repetición y repetición, en la pausa, lleva tu sensibilidad a ese espacio de silencio Y cada vez más vas bajando el volumen imaginativo de YO soy la Presencia, hasta que desaparezca en el silencio y allí formula la pregunta cuál es el mensaje de esta situación, enfermedad, molestia, angustia, dolor, etc.   Si te dormiste que es quizás lo más probable está bien, porque en el reposo el cuerpo desarrolla toda su ingeniería de reparación, incluso la comida liviana, de origen vegetal o el ayuno ayuda a la experiencia. 
La respuesta tiene que venir en una sensación de gran PAZ. Quizás no sea una respuesta verbal, sea una vibración, una sensación, una sonrisa, lágrimas, risas, calor, una visión, etc.  
Esto no quiere decir que tengas que dejar los tratamientos médicos. Porque mientras que no tengas un entrenamiento en la conexión con la PRESENCIA es necesario acudir a ellos, además cuando el daño ya está hecho y es eminente una solución quirúrgica por riesgo de vida, claro, adelante. Pero en el mientras tanto, el antes y después de que aflore cualquier patología tiene que conectar con tu SER.   VOS SOS.  Recuérdalo siempre y la PRESENCIA ES PERFECTA SANA FELIZ AMOROSA. 
Sale a buscael mejor tratamiento para tu dolencia, pero también sana la CAUSA en tu viaje interior  para que ésta no busque otra manera de expresarse. La vida no se compra, simplemente SUCEDE. 
Al más pequeño de tus síntomas, SINTONIZA, para que puedas vivir en tu mejor estado, el estado relajado que te permite observar, reír sin esfuerzo, transitar liviano. 
La gran mayoría de las personas prefieren no escucharse, “el que tenga oídos para escuchar que escuche y ojos para ver que vea”.  Esas personas no merecen crítica ni juicio, tampoco lástima sino compasión y aceptación de las decisiones que en ese momento pueden abarajar. 
La decisión de conectarse es íntima y personal, jamás una obligación o una imposición bajo amenaza. 
Ya venimos con nuestro propio kit de sanación incorporado. Solo basta usarlo, sin temor, porque la Presencia es la fuente de amor. Nadie puede sentir esa alegría por ti, ni dártela ni vendértela, por eso es una experiencia que hay que transitar por uno mismo, si tu personaje solo se queda en la lectura de esto, quedará como un libreto de otro, el SER ES UN ESPACIO PROPIO PARA HABITAR no para que te lo cuenten. 
Cuando estás en tu ZONA, FLUYES. 
Que así sea para que podamos compartir un mundo mejor y cuando cada cual esté vibrando en su melodía podremos orquestar un mundo sinfónico, esta es mi visión de la fiesta de la vida y te invito. 
Si has llegado hasta aquí con tu lectura, te agradezco profundamente, te envío un abrazo en hermandad divina y que si piensas que esto no tiene valor alguno, así será, pues lo que tu pienses es lo que vale para ti mientras tanto yo he cumplido con el pajarillo que me dijo escribe y he preferido no ignorarlo a pesar de exponerme al ridículo, he elegido ser obediente con mi sentir y ahora enviar esta carta al ciberespacio como mensaje en una botella. 
Con amor, 
Gisela, octubre 2015